jueves, 19 de agosto de 2010

Chiapas 2010





Te pasas la vida viviendo tranquilo al otro lado de un periódico o una televisión pensando que la única realidad que existe es la que te cuentan y los años pasan y un día visitas aquellos lugares que tantas veces escuchaste y de cuales forjaste una idea clara en tu mente, y descubres, que no se parecen en NADA. Cuántos como yo tendréis una idea equivocada de Chiapas, asociada a "zona de guerra" porque tan solo hemos escuchado el nombre de ese estado ligado a revueltas indígenas contra el gobierno de México. La realidad de esa zona del mundo, al menos hoy por hoy es bien distinta, es una región humilde de agricultores en su mayoría con miles de rincones donde el tiempo no pasa y paraísos tropicales donde la belleza se encuentra en cada planta, en cada río. La grandeza que la naturaleza ofrece en esta región no es comparable a ninguna que haya visto antes aunque por desgracia no sean tantas mis experiencias creo que son las suficientes para decir que cuando uno pasea en barca por el cañón del sumidero, rodeado de cocodrilos, monos araña, tucánes, loros, iguanas y animales de toda raza y condición, siente que está presenciando algo realmente único.Rodeado por paredes de roca de 1000 metros de altura, con aullidos de los monos en el ambiente sorprende ver a los cocodrilos nadando tan próximos y sentir tanta calma, nadie siente que se corra peligro cuando observa un animal en su hábitat, aunque si sientes que el extraño eres tú. Dicen que las selvas desaparecerán en no muchos años, si las luchas de estos "indios" por conservar intacta su tierra no vencen la convincentes armas del capitalismo, y por seguro no lo harán, todavía es fácil ver a indios hablando las lenguas autóctonas, descalzos y con ropas tejidas a mano, pero ahora hablan con Movistar, a través de un Nokia 3G, y cuelgan sus fotos de 3Mpx en su Facebook, como tú y como yo, su guerra está por terminar porque lo que no conseguimos trayendo la gripe o las armas de fuego lo ganaremos con la red UMTS que ya inunda de repetidores cada rincón de estas magníficas montañas repletas de naturaleza. No soy un romántico empedernido, ni siento una rotunda nostalgia por lo que la civilización destruye o conquista, soy de los que observa inquieto una realidad implacable de "colonización sostenida" de la que en cierta triste manera soy cómplice necesario, me gustaría que muchas cosas no se alterasen, que los colores no cambiasen, no pisar latas de coca-cola en el paraíso, pero me resigno y observo.

Nunca he querido cambiar el mundo, pero no cambiará sin que yo me dé cuenta. Quizás no seré protagonista, pero quiero ser testigo.

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